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sábado, 31 de julio de 2010

Xenofobia

(c) bacteriaopina.blogspot.com

Razonaba hace unos cuantos días con un histérico lector sobre el tan manido tema de la xenofobia y del racismo.

Recitaba este sujeto la típica letanía de todos los extremistas (que todavía siguen sin comprender por qué nadie les vota, jeje) de que el hecho de que él odiase el Islam no significaba que fuera racista ni xenófobo. Argumentaba -no sin cierta razón- que el odiar a una cultura no implicaba odiar a una raza, sino a la cultura en sí.

El DRAE define simplemente xenofobia como 'Odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros'.

Es cierto que la gente que odia sólo a una determinada cultura o a un conjunto de costumbres están desamparaditos -pobrecillos- por nuestro artrósico diccionario oficial. Así que, desde aquí, proponemos una segunda acepción para el susodicho vocablo, que sea 'Odio, repugnancia u hostilidad hacia lo extranjero', pues, en muchas ocasiones, se emplea esta palabra en este sentido.

Propongo, además, un nuevo vocablo: alienofobia (de alienus = 'ajeno'), es decir 'odio a lo ajeno, odio a lo extraño'.

No me harán caso, como es habitual, pero me da lo mismo. A partir de ahora será un vocablo que emplee con cierta frecuencia, ya que el tema está de actualidad.

Y si no les gusta la palabreja a nuestros insignes académicos, siempre pueden recurrir a Bobaina Aído ("generadora de palabras", como Homero la hubiera definido en La Ilíada)...




domingo, 25 de julio de 2010

El derecho a la posesión de armas


Voy a empezar este artículo con una revelación:

En España existe la pena de muerte.

En España existe la pena de muerte sobre las personas inocentes, ingenuas, optimistas. Sobre todos aquellos que piensan que el Estado está ahí para protegerles, para velar por su seguridad, por su bienestar...

La pena de muerte se cierne sobre todos aquellos que piensan que aparecerá un policía que los salve cuando más lo necesiten, cuando el brillo de una navaja les sea mostrado en un callejón, cuando un intruso armado mancille su hogar y amenace a toda su familia.

Señores: la pena de muerte sonríe, perturbadora, sobre cualquier español de bien desarmado.

El malvado, el asesino, el violador siempre poseerá un arma: una pistola, una navaja, un cuchillo... Y la muerte por arma blanca es mucho más terrible que por la inclemencia de las balas.

Da igual que en España se prohíban las armas. Los asesinos siempre irán armados y, a los inocentes, se les tendrá vedado su uso.

El derecho a la defensa es un derecho básico en todo ser humano que, aquí, en España, nos es conscientemente arrebatado por el Estado.

Un Estado monopolizador del armamento, de la seguridad, y completamente inútil en sus tareas.

Millares de personas muertas al año bajo la voluntad de asesinos y terroristas.

Y nadie dice nada. Nadie hace nada bajo el yugo impuesto tanto por los asesinos como por esta hipócrita Administración.

En Estados Unidos, en ese Estados Unidos, que los timoratos, sumisos y lacayos españoles ven a veces con espanto... En ese Estados Unidos admirable, el derecho a la posesión de armas para la propia defensa es un derecho constitucional.

El malvado siempre encontrará un cauce, un arma para ofendernos. El inocente debería tener el derecho y la capacidad para poder defenderse.

El origen de este incuestionable derecho estadounidense se remonta a los tiempos de la Guerra de la Independencia.

Gracias a que el pueblo llano poseía armas, pudieron librarse de la gruesa bota inglesa que orgullosa, les atenazaba.

La Constitución permitió, desde entonces, el derecho a la posesión de armas por si el nuevo país llegaba a ser invadido de nuevo y su ejército derrotado. Una descentralización de las defensas es la mejor forma de hacerlas imbatibles.

Pero la posesión lícita de armas confiere también otro tipo de libertad a los ciudadanos.

¿Se atrevería un dictador a hacerse con el poder cuando todo el pueblo está armado?

¿Se atrevería el Gobierno a imponer absurdas leyes, sin el consentimiento popular a través de referendos, u opresores y vampíricos impuestos, insaciables, destinados a ser tirados por el sumidero del desperdicio, del malgasto, como en España ocurre...?

Seguramente no.

Pero en un país de sumisos, de lacayos que sólo aspiran a ser gobernados, y nunca a gobernar por ellos mismos, como es España, hablar de la posesión legal de armas, es hablar de la libertad y de la responsabilidad.

Y el español no quiere ser ni libre ni responsable.




miércoles, 7 de julio de 2010

El libre, el esclavo

"Eres libre de no esclavizar a los demás con tus actos".





Todas las frases del Filóloco juntitas, pero no revueltas, en: Frases lapidarias del Filóloco